Acabó el dominio de la zona, sometida por los romanos, con la llegada de los pueblos bárbaros del norte peninsular; alanos, suevos, vándalos y visigodos, sobre todo, que se adueñaron de la zona y destruyeron todas las obras realizadas por los romanos, menos aquellas que les eran de utilidad (acueductos, puentes y fuentes). Estos pueblos bárbaros dejaron restos de su paso como, dinteles, necrópolis, grabados y monedas.
Se destaca una "Estrella Visigoda" y "Los Bohíos", construcciones circulares ubicadas en lugares estratégicos, edificados en alturas y lugares visibles unos de otros, como si fueran puntos de vigilancia, con lo cual se comprueba la inseguridad que los árabes tenían en su asentamiento en la villa.
Son escasas las nociones y referencias del asentamiento árabe en la zona, lo que no quiere decir que no fuera abundante en el tiempo, pues hasta el año 1221 no son conquistados por "La Órden de Alcántara".
Valencia recibe el apellido actual en 1383, por el Rey de Castilla y León, Juán I, llamándose a partir de entonces, Valencia de Alcántara.
Se suceden los años y los acontecimientos de la época medieval, y en Valencia de Alcántara se asientan judíos, que convivirán con la población cristiana hasta ser expulsados en 1492 por los Reyes Católicos en La Reconquista. En esta época, la villa crece y va tomando forma mediante edificaciones que se conservan en la actualidad, y diferentes obras de interés histórico-artístico, entre las que destacan el Barrio Judío-Gótico, declarado en 1997 Bien de Interés Cultural con la categoría de Conjunto Histórico, y "La Sinagoga", que era el epicentro de la vida religiosa y social del pueblo judío.
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